EL 2020 EN EL TIEMPO DE KAIRÓS
Actualizado: 11 abr 2020
Este es uno de los proyectos más importantes de mi 2020. Lo he soñado desde hace más de un año y se materializará en los dos conciertos que haremos en Septiembre del 2020 en el Teatro Julio Mario Santodomingo en Bogotá.
Hoy, 2 de Enero, me encuentro en Tausa. Abriendo el año en frente de la Laguna del Neusa, entendiendo bien el camino a seguir y sobretodo, dándome un tiempo, -que no es el que Kronos nos quiere imponer a fuerza de relojes, citas, programaciones y sobretodo, afán-. Hoy, me doy el tiempo que Kairos amorosamente tiene para mí. Sí, Kairos, el dios griego del clima y las estaciones, nieto de Crono según algunos y quién es considerado el heredero del tiempo.
¿Pero cuál tiempo? El tiempo adecuado para hacer algo. ¿Qué mas revolucionario que tomarse el tiempo adecuado para hacer algo en estos días de segundos veloces como la luz y cortantes como láser?
Para Deleuze, Kronos es un momento-lugar único e irrepetible que no es presente sino siempre está por llegar y siempre ya ha pasado. Que nos sobrevuela.
En fin, en mi coqueteo vanidoso con Kairós, se me olvida la razón más importante por la que escribir hoy, estos días y en este blog sobre la Anatomía de lo Intangible.
Las obras han empezado a llegar. Los compositores, con quienes Santiago y yo hemos venido conversando han empezado a regalarnos sus intuiciones, sus reflexiones sobre lo mágico y lo místico en forma de piezas para Santiago y para mí. Para el contrabajo y la voz. Para las personas que somos, para los intérpretes en que no hemos ido convirtiendo, los que hemos sido y los que seremos.
Abel Lotterstein nos regaló su obra en navidad y abre la puerta al mundo de la tradición kabalística judía, Damian Ponce la hizo hace un tiempo ya y estamos en estudio del dispositivo, mi querido amigo Juan Sebastián Monsalve hace una oda a su pequeña Violeta que nos cuida donde quiera que esté, Michael Gatonska, le está dando sus toques finales, Juan Pablo Carreño piensa en lo político del territorio y Ricardo Gallo en la poética de la lengua Inga, Carolina Noguera en su noción de voz como ritual y construcción de afectos, Kike Mendoza que piensa en el vacío, en lo que ya no está, David Vélez, el artista sonoro, tiene su pieza/objeto lista para ser descubierta y así se va formando el corpus de este concierto expandido. Faltan unos cuantos en esta lista pero poco a poco los iré trayendo en estas escrituras.
Así, el reto es gigante como las obras de estos amigos y colegas. Me invade una emoción enorme, tengo un poco de ansiedad y siento que los sueños grandes necesitan un músculo en el alma, la mente y el cuerpo que he venido preparando con tantos años de oficio y que pondré al servicio de estos talentosos y dedicados compositores.
Sin embargo, en medio de este delicioso amantazgo con Kairós, debo ponerle el pecho a Kronos y decirle que, la noche no me va a coger y que esta travesía de notas, cantos, letras, sonidos, ruidos hermosos y códigos estará más que lista y preparada para ser banquete de los oídos rebeldes, insurrectos y belicosos que quieran darse una vuelta por las grietas de la música nueva que se hace en este país. Por eso me pongo a estudiar desde ya. Desde ya!!!!
Deleuze, me uno a tus palabras sobre Kairós para recordarme que el tiempo no se mide por esos segundos odiosos, sino por las cosas que he podido conseguir al invertir un momento-lugar único e irrepetible que no es presente sino siempre está por llegar y siempre ha pasado, sobrevolándome.
